En un episodio de Los Simpsons, Lisa consigue hacer realidad su sueño más preciado: tener un poni.
Si Stacy Malibu no fuera una burda imitación de Barbie, Homer podría haber comprado a su hija Horse Adventures, un juego para PS2 en el que Barbie se dedica a “rescatar” a los caballos de su estado de salvajismo y los civiliza a base de amor, de trencitas en la crin y de medallas a juego con sus botas de montar.
Este tipo de juegos, en plan Nintendogs, resultan mucho más cómodos que meter un poni en el jardín trasero o tener que sacar de paseo al perrito, cada mañana. Sin embargo, muchos de ustedes preferirán madrugar antes que jugar con Barbie. Lo entiendo: tanto lacito, tanto rosa y tanta purpurina resultan cansinos. Hay un momento en la vida en que uno debe superar la etapa Mi Pequeño Poni.
Por este motivo, Eidos Interative ha creado Pony Friends, un juego para Nintendo DS en el que podemos criar hasta seis ponis sin (demasiadas) mariconadas. Hay que limpiarlos, cepillarlos, alimentarlos y mantenerlos en forma para ganar el mayor número de competiciones y convertirlos, así, en el poni perfecto.
Marianne Batlle es una artista francesa nacida en 1962. Formada en el ámbito del diseño y de la moda, sus creaciones tienen un toque marcadamente artesanal. Es el caso de estas muñecas-pene o falopeluches, como prefieran llamarlo. A mí me gusta el término “pollejas” porque, aunque no existe, considero que es sumamente apropiado para el caso: denota blandura y suavidad, y parte de la raíz “polla”, para que no nos engañemos. En cualquier caso, Marianne lleva confeccionando estos juguetitos desde el año 2004 de forma casi obsesiva. Básicamente, usa lana y angora, aunque también se sirve de otros materiales para dotar, a cada una de sus creaciones, de una personalidad singular: perlas, alambre, cuerdas, cintas, botones, etc.
Actualización
No voy a esconderlo: estoy muy contenta. Estoy muy contenta porque la artista, Marianne Batlle, ha escrito un email para agradecer personalmente esta peculiar reseña y nos ha obsequiado con una nueva imagen con dos de sus creaciones que, siguiendo la voluntad de diferenciación de la que hablábamos, tienen nombre propio. Les presento, pues, a July y a Carmensita, dos pollejas con cierto aire español, ¿no creen?
July con sus banderolas y su traje de luces, y Carmensita con su clavelito.
Hace poco más de una semana, se estrenó en Inglaterra y en los Estados Unidos Miss Potter, una película sobre la vida de la escritora e ilustradora infantil, Beatrix Potter.
Renée Zellweger encarna a miss Potter.
Recuerdo haber visto, de pequeña, algún capítulo de la serie animada basada en sus relatos. Esa serie me provocaba sensaciones completamente contradictorias. Por un lado, sentía una fuerte atracción por las historias y por los personajes que las protagonizaban. Se recreaba un mundo a la vez fantástico y familiar, con un aire romántico, que seducía al momento. Sin embargo, había otra cara más oscura, que me producía cierta repulsa.
Algo huele a naftalina en la familia Gato.
Con el tiempo, creo haberlo relacionado con la estética tan marcadamente victoriana que caracteriza esas animaciones. Son dibujos realistas y costumbristas que, paradójicamente, nos resultan ajenos, puesto que no somos ingleses. De este modo, acabamos perdiendo esa primera sensación de familiaridad y de proximidad. Lo curioso es que, lejos de querer huir de ella, esta contradicción interna nos deja con ganas de más. Más ganas de historias, de personajes y, en definitiva, de Beatrix Potter. Sin embargo, como no somos ingleses, deberemos esperar todavía un poco antes del estreno de la película que llegará, a España, a principios de febrero. Para que vayáis abriendo boca, os cuelgo un capítulo de la serie animada “The World of Peter Rabbit and Friends”, inspirada en uno de los relatos más famosos de miss Potter: The tales of Peter Rabbit. En este capítulo, un ratón de campo llega a la ciudad y conoce al Dr. House. Perdón, quiero decir a Johnny Town-Mouse. Hugh Laurie, el protagonista de House, sólo le presta la voz.
Si quieren ver cómo acaba el capítulo, aquí está la segunda parte.
Que la realidad supera la ficción es algo que ya sabíamos. Sin embargo, parece que la televisión lo descubrió hace poco y está intentando ponerse al día a marchas forzadas: Gran Hermano, Operación Triunfo, Supermodelo 2006... Son programas que hemos visto en las cadenas españolas, pero hay más (y mejores) fuera de nuestras fronteras. Estoy pensando, por ejemplo, en varios realities que echan en la cadena por satélite People + Arts. Aunque parezca increíble que alguien se preste a ello, en Extreme make over: reconstrucción total, el participante se somete a varias operaciones de cirugía estética para cambiar radicalmente su aspecto. También cambian su imagen, aunque sin pasar por el quirófano, los concursantes de Quiero ser como… que se emite en el Canal Cosmopolitan. En Wife swap, las mujeres de dos familias completamente distintas se intercambian los papeles durante un par de semanas. En España, TVE hizo algo parecido pero sin limitarlo a las amas de casa: en Préstame tu vida, dos personas, con absolutamente nada en común, ocupaban el lugar del otro durante unos días. Esto es lo que les ocurre a Paris Hilton y a Nicole Richie en The Simple Life 4 o ¿creen realmente que estas dos muchachas han fregado un plato o han cambiado un pañal alguna vez en su vida? En este programa, sí. Las dos starlets hacen de madre o de ama de casa por un día, y lo pasan francamente mal.
The Simple Life es un reality que emitió la FOX de 2003 a 2005 y que, en un principio, debían protagonizar las hermanas Hilton. Sin embargo, Nicky rehusó y Nicole Richie, la hija adoptiva del cantante Lionel Richie y amiga de Paris, ocupó su lugar. Durante la primera temporada, las dos chicas pasaron un mes en una granja de Arkansas, lejos de sus teléfonos móviles, sus tarjetas de créditos y de las boutiques de Los Angeles. Teóricamente, debían ayudar en las tareas de la granja (ordeñar, sembrar, etc.) y también ocuparse de la casa y de la comida. En la práctica, sin embargo, acabaron arruinaron la explotación rural. En las dos temporadas siguientes, Paris y Nicole recorrieron el país, a lo equipo A. Hicieron de camareras, de pescadoras, de administrativas… Finalmente, en la cuarta y última entrega de The Simple Life, las dos chicas se convertían, como hemos dicho, en madres y esposas de una familia distinta cada día. Un espectáculo digno de ver. ¡No se lo pierdan! Les cuelgo el primer episodio, en tres partes:
"La cultura física es al cuerpo lo que la educación es al espíritu. Como toda educación, debe ser completa, constante y lógica.
(...) La gimnasia es la base de la cultura física, el medio de lograr el perfeccionamiento humano en salud, fuerza y belleza, con la práctica de movimientos que ponen en juego, de modo racional, todos los músculos. La única norma imprescindible [para practicar la gimnasia] es vestir un traje que no impida ningún movimiento. Para ello, resultan indicados el “maillot”, o el conjunto “short” y blusa, en verano, y pantalones largos y jersey en invierno." (vol. I, p.99).
Esta vez, para la sección de Repostería, les traigo, más que un solo post, un surtido de ellos, y del sabor español más puro. Podría decirse que vengo con una caja de pastas Doña Jimena bajo el brazo, por recomendación de Sita Carcoma.
Quefuede es un auténtico pozo de sabiduría pop, especializado en los personajes y programas de televisión emitidos en las pantallas españolas, años ha. Así, encontramos análisis brillantes y en profundidad de las series de nuestra infancia, tanto de producción española como extranjera, y algunas rarezas como esta galería de discos insólitos. Un blog muy recomendable que nos transporta a través del tiempo, despertando nuestros recuerdos más borrosos.
El cuaderno de dibujo más bonito que jamás yo haya tenido era de la pequeña Memole. Me gustaba tanto que nunca lo pinté. Aunque para gustar, el Capitán Harlock: me tenía enamorada. La atracción que sentía por la pequeña Polón era distinta pero igualmente fuerte. Es la única serie por la que he madrugado. En cambio, Biniki me hacía soñar.
Llevamos tiempo oyendo hablar de la última película de Sofía Coppola. Marie Antoinette se estrenará en nuestras pantallas este mes de enero, aunque no hace falta esperar hasta entonces para saber que es una mala película. Basta con decir que la banda sonora está compuesta por música completamente anacrónica (The Radio Dept., The Strokes, etc.). Recuerdo otra película de época que usaba grupos modernos como Queen: Destino de caballero. La recuerdo, precisamente, porque la guardo en la lista de las peores películas que he visto en mi vida. Ante este tipo de producciones, entendemos perfectamente a los que sostienen que las películas de época son malas. Nikochan era uno de ellos, hasta que le obligué a ver Las amistades peligrosas. También se rindió ante Lo que el viento se llevó, claro que por algo es una de las mejores películas de la historia del cine.
Es difícil delimitar el ámbito de las películas de época porque, en cierto modo, todas lo son. Llamamos ‘películas de época’ a todas las que se refieren a la historia europea hasta el siglo XIX. De este modo, Lo que el viento se llevó no entra en el cupo. Tampoco quedan contempladas películas sobre el oeste americano o ambientadas en la Guerra Mundial, ni los relatos fantásticos como Xena, la princesa guerrera, aunque existen obras excelentes en todos estos ámbitos. Otra película genial que no podemos considerar de época, aunque esté protagonizada por un caballero de la era medieval, es Los visitantes, ya que se desarrolla en la actualidad.
Los visitantes es una de las mejores comedias que he visto jamás, y eso que es una producción francesa. El cine francés es conocido por ser insulso, aburrido y lento. Curiosamente, los americanos hicieron un remake de Los Visitantes y el resultado fue infumable. Así, es cierto que hay muchas producciones ambientadas en el pasado que son malas, aunque el problema no tiene por qué estar en este tipo de producciones, como sostienen los que afirman que las películas de época son malas, sino en otros factores. Covington Cross es una serie ambientada en la época medieval que llegó a España de la mano de Canal+. En los Estados Unidos, la cadena ABC interrumpió su emisión y ni siquiera llegó a airear los capítulos finales de la primera temporada. Sin embargo, Covington Cross era una serie entretenida. De hecho, era como Bonanza pero ambientada en la época medieval. Relataba las aventuras cotidianas de un viudo, Sir Thomas Grey, y de sus hijos Armus, Richard, Cedric y Eleonor.
Parece que, si bien el imaginario medieval y fantástico funciona bien en la gran pantalla, en televisión no acaba de resultar. Covington Cross es sólo un ejemplo de ello. No ocurre lo mismo con las series de dibujos animados. Existe una gran cantidad de buenas producciones infantiles ambientadas en el pasado que han marcado varias generaciones. Algunos ejemplos, surgidos dentro de nuestras fronteras, son el clásico D’Artacan y los tres Mosqueperros o Sylvan.
